
Fue ampliada y reformada en época barroca (s. XVII) con nueva sacristía y torre, al tiempo que
se modernizaba la estructura y decoración de la nave. El altar mayor es tambien obra barroca,
de madera dorada.
Pero lo más conocido del templo es la lápida incrustada al exterior, junto a la portada. Por su
antigüedad y extensión es una de las inscripciones más destacadas de La Jacetania. Datada
en la era 939 (año 901) procede de una antigua ermita cercana al pueblo, al igual que otra más
pequeña, recolocada junto al crismón, dedicada un difunto llamado Atto.
También de origen funerario son las losas reaprovechadas como pavimento de acceso a la
puerta de la iglesia.